Mis queridos hermanas y hermanos, padres y madres, abuelas y abuelos...
mi bendita humanidad.
Fuera de lo habitual me dirijo a vosotros para hallar un pequeño espacio y tiempo humanos donde sentir paz y tranquilidad.
Tomar conciencia de lo que nos rodea y de lo que hay en nuestro interior.
Fluir en nuestra humanidad y en los pensamientos y emociones que conlleva esta vida que hemos elegido.
Tomar conciencia nos posiciona, nos da perspectiva, nos da comprensión y nos acerca al verdadero motor del Universo. El amor.
Hermano, para recibir estas palabras, siéntate o estirate en una postura cómoda.
Cierra tus ojos.
Abre tu corazón y tu mente para recibir este mensaje.
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Respira lenta y profundamente.
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Centra tu atención en esta maravillosa respiración que crea desde tu interior y acoge desde el exterior.
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Obsérvala...
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Tu respiración es la puerta de entrada a tu interior, a tu verdadero yo. No a tu mente.
Tu mente habla demasiado estos días hermano, hermana.
Está bien.
Es su cometido. La amamos por ello. Nos acompaña y nos guía.
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Gracias mente.
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Te dejo la mano por un rato.
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Déjame volar.
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Ahora no te necesito.
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Ahora, solo yo, mi veradero yo.
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Yo no soy solo mi mente.
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Miro en mi interior.
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Puede que te percibas en tu corazón, o en tu tercer ojo, o en tu aura.
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Está bien. Percibete.
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Comienzas a percibir una luz, una vibración muy lejana a lo que sueles percibir de tu mente.
Es dulce, respetuosa... navega entre las ondas del silencio, del amor y de las palabras que son parte de tu historia.
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Eres tú. Escúchate.
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Hermana, hermano, mi alma guiada por Guías de Energía Ancestral, de Madre Tierra y Padre Sol, de hermanas estrellas y soplos de viento. Guías de plumas en la mirada y agua en las manos. De vientres enraizados en la Madre y lanzas que ofrecen humanidad en su máximo poder. Guías de danzas antiguas y donde la familia es una con el Todo.
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¿Qué anhelas hermano, hermana?, ¿Qué temes?.
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Buscas, encuentras, pierdes y vuelves.
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Lo que buscas está en ti. La fuerza de tu juventud está en la semilla de tu esencia. Sigue ahí.
El amor perdido de tu madre, tu hijo, tu amante... está en el sagrado y gran acto de amor que fue el recibirte en este mundo. Tú lo eres. No puedes perder algo que traes contigo.
La búsqueda incesante de lo que te completa como humano, como mujer u hombre.
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No puedes llenar algo que ya lo está.
No puedes completar algo que ya lo es.
Tu alma es perfecta. Completa en su misión y en su visión. Mantiene su totalidad eternamente.
Acompaña a tu cuerpo que al seguirla puede recibir esa totalidad.
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Tu cuerpo es perfecto tal y como es. Le limita la mente.
Limites del no puedo, tengo miedo, no es posible, debería, que pensaran, y si lo hiciera, y si no...
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Hermano, visualiza y agradece todos los componentes y procesos que funcionan perfectamente en cada instante. Agradece a tus células, a tus órganos, a tus funciones...
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Agradece a tu maravalliosa y evolucionada mente.
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Ninguno de ellos puede tomar decisiones por sí mismo. Solo tú.
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No cedas el poder a tu mente.
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No cedas tu decisiones a tus ojos.
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No cedas tus emociones a tu estómago.
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No dejes que nadie piense, sienta y viva por ti.
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Ni siquiera tu mente.
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Yo, hermano, al igual que tú, existo como conciencia superior, porque soy consciente de mi mismo.
Estoy aquí y ahora para acompañarte y decirte que tener miedo es humano. Y eres humano.
Pero no cedas tu vida al miedo. Solo dale conciencia al miedo de sí mismo.
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Dale espacio y tiempo desde tu conciencia presente y elevada.
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Yo, decido temer ahora.
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Yo decido sumergirme en el temor humano. Siendo consciente de ello.
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Entro para mirar mi miedo de frente. Para escuchar qué tiene que decir.
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Yo decido escuchar. Yo decido.
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Decido sabiendo que el miedo viene de la mente y puede tomar el control de mis acciones, pensamientos y emociones.
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Yo decido si entro en ese sueño y olvidar quien soy.
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Yo decido despertar y sentir mi humanidad desde una persepctiva más elevada.
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Yo decido cuándo salir del sueño y escuchar otros aspectos de mi mente. La empatía, la escucha, la creatividad.... La mente nos ofrece una infinidad de aspectos humanos a los que darles vida y vibrar en ellos.
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La mente es tu aliada.
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Hermanos, no damos la espalda al miedo. Lo atravesamos. Le damos un tiempo y un espacio en este plano de la realidad. Lo miramos de frente. Lo escuchamos sin la necesidad de buscar soluciones. No hay soluciones. No hay respuestas. El miedo es un espejo de nosotros mismos. A veces se apacigua. A veces se diluye. A veces se fortalece. O se acalla.
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Hermano, pedir ayuda es útil. La familia, nuestros acompañantes terrenos, los animales nos ayudan a atravesar el miedo.
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Nosotros trabajamos en comunidad para atravesar los retos que la vida nos trae. Atravesamos y evolucionamos. Sufrir es trascender.
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Hermano, no temas.
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No pienses más. La mente no arregla el miedo. Tus dudas y tus preguntas no tienen una respuesta si tu diálogo es con tu mente. Pregunta y afronta desde tu alma, desde tu conciencia superior.
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Dejamos paso a nuestro silencio para dar paso al tuyo.
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Tu silencio como puerta de entrada a tu conocimiento.
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Adelante hermano, hermana.
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